Amor, Amor, Amor es un filme importante para la cinematografía mexicana porque reúne en él varias historias e importantes personalidades (directores, actores, guionistas, equipo de producción), además de haber sido dirigido por la nueva generación de cineastas.

La cinta originalmente fue concebida como la unión de cortometrajes que formarían una sola película, la cual compitió en el Primer Concurso de Cine Experimental. Por razones obvias fue demasiado larga, unos 200 minutos aproximadamente, por lo cual terminó siendo la unión de cortos filmados por los entonces directores debutantes: José Luis Ibáñez (1933) y Héctor Mendoza  (1932), quienes ya habían ganado prestigio por sus trabajos en la dirección teatral; además de Miguel Barbachano Ponce, (1930) escritor, ensayista y director.

Amor, amor, amor está integrada por las siguientes historias:

La viuda. La  trama se sitúa en 1911. La historia inicia cuando queda  colgado el cadáver encapuchado del revolucionario Jacinto Palacios. Entonces, el coronel Gómez encarga al centinela Juan que nadie robe el cuerpo. Mientras tanto, Gómez trata de convencer a la viuda Leonor que deje de llorar a su marido Laureano, un viejo comerciante. Durante la noche, el centinela se distrae seduciendo a Leonor y a la mañana siguiente el cuerpo de Palacios ha desaparecido, por lo que pretenden fusilar a Juan, pero la viuda tiene una idea para salvarlo: sustituir el cuerpo robado por el de su marido muerto.

En Lola de mi vida se narra la vida de Lola de Coroneo, nativa de Guanajuato, quien llega a la capital acompañada  por el mujeriego tamalero Celso. La pareja llega a la casa donde el ama de llaves Eufrosina funge como sirvienta para una rica patrona que se  hace llamar madame. Celso y Lola se hacen novios e incluso él habla de boda, pero ella no quiere entregársele. Todo se complica cuando la protagonista huye de casa tras haber sido seducida por otra criada. Vaga por las calles y es recogida por un tipo que promete llevarla a Coroneo, pero éste intenta poseerla mientras Celso la busca en vano.

La sunamita. La historia  inicia cuando Luisa  se entera de que su viejo tío Polo está agonizando, por lo cual decide regresar a su pueblo natal. Para hacer a Luisa heredera de sus bienes, el anciano propone casarse con ella inmediatamente. La boda se celebra con el novio en su lecho. Pasados unos días, Polo se reanima, exige atención de su ahora esposa y la fuerza a acostarse con él. Pero al fin y al cabo, Polo muere mientras Luisa, poniéndose las joyas que él le ha dejado, se siente perturbada por miradas que la hacen sentirse envilecida.

Finalmente, en Las dos Elenas, la protagonista presume de llevar con su marido Víctor una vida contraria a las convenciones morales. La otra Elena, madre de la joven casada, recuerda en cambio que en su juventud se ajustó del todo a lo que se tiene por decente. Sin embargo, mientras que la actitud de la hija no pasa de ser pura fanfarronería, la madre se acuesta con su yerno Víctor.

Ficha Técnica

Amor, Amor, Amor

México 1965

Producción: Manuel Barbachano Ponce

Dirección: Benito Alazraki (La  viuda), Miguel Barbachano Ponce (Lola de mi vida), Héctor Mendoza (La sunamita) y José Luis Ibañez (Las dos Elenas).

Argumento: sobre el cuento de Petronio (La viuda), Carlos A. Figueroa y Juan de la Cabada (Lola de mi vida), Inés Arredondo y Juan García Ponce (Lola de mi vida), Inés Arredondo, Juan García Ponce y Héctor Mendoza (La sunamita) y Carlos Fuentes (Las dos Elenas).

Fotografía: Walter Reuter (La viuda), Gabriel Figueroa (Lola de mi vida y Las dos Elenas) y Antonio Reynoso (La sunamita).

Música: Joaquín Gutiérrez Heras (La viuda), Manuel Enríquez (Lola de mi vida) y Rocío Sanz (La  sunamita).

Sonido: Eduardo Arjona, Enrique Rodríguez y Gandino Samperio.

Con:

La viuda negra: Héctor Godoy,  Ernestina Robredo, Ugo Moctezuma y Raúl Planter.

Lola de mi vida: Sergio Corona, Jacqueline Andere, Rosa Furman y Sara Guash.

La sunamita: Claudia Millán, Victorio Blanco, Milagros del Real y Antonio Alatorre.

Las dos Elenas: Julissa, Enrique Álvarez Felix, Beatriz Baz y Ángel Fernández